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A la luz del otoño

Desde el principio percibo la tenue luz que anuncia la llegada del otoño. Ha ido deslizándose a través de los días y en su avance se adentra cambiando el paisaje.
Lo va tiñendo de tonos dorados y rojizos y refresca con las brisas que enmarcan el recortado día. Permite la recolecta y la celebración de los frutos maduros. Lentamente limpia lo seco, lo caduco, lo que ya está muerto, adecentando espacios para lo nuevo que llegará.

Este año puedo decir que estoy viviendo un auténtico otoño, el entretiempo que llamábamos cuando yo era pequeña. Y siento regocijo por ello.

En un escenario donde todo está cambiando, despojándose y disponiendose para la siguiente transformación, me llega una invitación para recogerme dentro. Repliego lo que en verano expandí y lo dejo al resguardo del hogar interior.

Sutilmente el otoño me alcanza, abro mi puerta, lo invito a pasar. No me resisto a su danza y ofrezco frutos de entrega y frutos de desprendimiento.

Permito ser envuelta en su halo de olor a tierra mojada y horizonte limpio, ensanchado y reverdecido.
Y con el viento silbando, camino hacia él con la determinación que me procura un corazón apasionado y con la mesura de tantos y tantos otoños vividos.

A la luz del otoño vislumbro a través de lo que se va, lo que permanece siempre y recibo el susurro de lo eterno en este presente, alentándome en mi vuelo y sosteniéndome en el canto de vida que dìa tras dìa ofrezco.

3 comentarios

  1. Sarah

    No sé cómo lo haces, pero lo haces…trasladarme con tus palabras a un lugar, sentir, oler, ver…mis sentidos captando a través de lo que escribres.
    Gracias por abrirme las puertas de tu casa esa tarde de otoño que tanto disfruté, gracias por acompañarme en mi reconciliación con esta estación.
    Un abrazo!

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